Consejos para hacer un informe de lectura.
Cuando se plantea un informe de lectura, algunos alumnos suelen confundir la
tarea que se les plantea: se limitan a buscar información, y copiarla sin
plantearse demasiado si la información que se ha buscado tiene mucho
que ver o no, con el tema del trabajo. Por eso queremos ofrecer aquí
unas pautas muy generales que pueden venir bien a algunos alumnos, a la
hora de elaborar su trabajo, que debe considerarse siempre como una
tarea personal, de la que el alumno salga, de
algún modo, enriquecido. Las tareas fundamentales que exige cualquier
trabajo académico se pueden dividir
fundamentalmente en 3 apartados:
Primero: Obtención de información
Si el trabajo debe centrarse en un tema concreto (y no sencillamente
en la lectura de un único libro), el alumno debe buscar las fuentes
fundamentales para informarse sobre el tema. Generalmente, un trabajo de
bachillerato, no exige manejar demasiadas fuentes, ni que éstas sean
demasiado especializadas. Las enciclopedias, en este sentido, no suelen
ayudar demasiado. Muchos alumnos se limitan a buscar entradas concretas
de las enciclopedias y copiar textualmente todo lo que allí encuentran.
Ese es un error muy grave: las enciclopedia, sin ser demasiado
especializadas, suelen incluir datos que superan el nivel propio de la
secundaria y el bachillerato, de modo que este alumno que copia, suele
ser detectado rápidamente por el profesor. Es mejor buscar las fuentes
en textos más adaptados al nivel del alumno.
El libro de texto (o varios
libros de texto del mismo nivel), deben ser una referencia que sirva
como punto de partida, así como los fragmentos u obras (que no es
necesario leer enteras, a menudo basta con ciertos capítulos, y aquí la
orientación del profesor es muy importante) que estos libros suelen
incluir al final del tema.
Las bibliotecas pueden servir también de ayuda: allí se pueden
encontrar clasificados (por temática, por autor, o por edad recomendada
del lector) muchos de los textos que el alumno puede manejar. No es
necesario hacer un gran acopio de material, ni llenarse de libros. Para
lo que se pide en secundaria, basta con pocas lecturas, que ayuden al
alumno a situarse respecto al problema o al tema que abordará en su
trabajo. Internet como fuente de información no es siempre fiable: en la
red existe, probablemente toda la información que un alumno de
bachillerato puede necesitar.
Pero hay un doble problema: puede que el
alumno no sea capaz de encontrar esta información, o puede que,
aprovechando el anonimato de la red, se limite a copiarla. Esto se
detecta también muy fácilmente. El profesor conoce el nivel académico de
sus alumnos y sabe qué se puede encontrar en sus trabajos, y qué ideas o
enfoques superan con mucho las capacidades de los alumnos. Si el alumno
decide buscar información en Internet, la ayuda del profesor sigue
siendo, en este aspecto, muy importante.
Segundo: Lectura y selección de datos
Una vez seleccionado el material, el alumno debe leerlo e
ir anotando (en folios o en pequeñas cartulinas) los datos importantes,
que puedan aportar información valiosa en el trabajo. Tan importante
como una lectura pausada es el registro de aquello que le llame la
atención, o que pueda aprovechar en el trabajo. No se trata sólo de
citas, sino también de datos (estadísticas, encuestas…) o de ideas de
otros autores, que el alumno puede incluir en su trabajo. Esta es la
parte más personal y la más específica de un trabajo.
Hacer un informe implica necesariamente interesarse por un tema,
recopilar información sobre el mismo, asimilar esta información,
adquirir un punto de vista global sobre el tema que va a tratar, y
ofrecer el punto de vista propio. Esto es fundamental para el desarrollo
intelectual del alumno. Se crece como persona (y también
intelectualmente) cuando se busca una experiencia propia, no cuando se
copia. Copiando no se aprende, no se piensa; leyendo sí. Por eso, una
buena lectura de los textos es una de las tareas centrales de todo
trabajo, que suele ser precisamente la que más molesta a los alumnos.
Tercero: Redacción
Una vez asimilado y leído todo el material, se trata de ordenar el
material recogido y redactarlo de un modo coherente. Para ello, es
necesario elaborar una estructura del trabajo, sabiendo muy bien cuáles
van a ser sus partes, qué ideas aparecerán en cada apartado, y cuáles
van a ser las conclusiones del mismo, en las que, generalmente, se
recogerá todo lo expuesto de un modo muy general, a la vez que se
tratará de aportar un punto de vista propio y personal sobre aquello de
lo que se habla. Si el alumno se ha esforzado por profundizar en el tema
del trabajo, no debe tener reparos en citar las fuentes que ha
consultado (incluso con citas textuales).
Para ello, en nota al pie,
entre las muchas formas de citar, ofrecemos la siguiente posibilidad:
– Autor (apellidos, nombre), Obra, editorial, lugar de edición, año, página.
Ejemplo:
– Savater, Fernando, Ética para Amador, editorial Ariel, Barcelona, 1992, pág. 83.
Por lo general, sólo el alumno que ha copiado el trabajo de una
enciclopedia o de una página web tiene miedo a citar las fuentes. Si los
dos pasos anteriores se han realizado de un modo adecuado, y el alumno
tiene clara la estructura del mismo y las ideas que quiere exponer, no
debe tener reparos en citar las fuentes o incluso en incluir al final
del trabajo una pequeña bibliografía, con las obras (periódicos,
revistas o páginas web, todo este material también puede incluirse con
la cita correspondiente) consultadas. Después de estos pasos, el alumno
dominará la materia sobre la que ha escrito, y no sólo recibirá una
buena calificación, sino que además será capaz de argumentar sus propias
opiniones.
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